JESÚS, UN GRAN MAESTRO  - Por qué merece nuestro aprecio     

2.2 Cómo y qué enseñó Jesús - El Amor   

De todos los valores que Dios tiene, su decisión fue que el AMOR debía ser el primordial. Por ello 1 Juan 4:8 dice: "Dios ES amor". Puede parecer extraño decir que Dios "decida" priorizar al amor, porque muchos suponen al ser Supremo como si fuera un ente congelado para siempre y como que ya ES una totalidad determinada y concluida completamente. Algunos pueden, con merecida cautela, creer que decir que Dios "decida" es una forma burda de humanizar al Creador. Sucede que aunque no podamos escrutar las más profundas y lejanísimas cuestiones divinas -que para los que lo intentan solo sirve para hincharse de orgullo vano intelectual y no más- los asuntos principales en cuanto a su interacción con sus hijos no deben ser puestas en una óptica misteriosa que nos haga sentir alejados y perplejos acerca de nuestro Padre, por suponer que es un ser completamente "extravagante" e inaccesible, sin conexión alguna a nuestra realidad diaria.

Para evaluar el tema, tratemos de echar luz revisando la forma de actuar de Jesús. Entiendo que puede servir, en este caso, el relato de la muerte de Lázaro, amigo, él y sus hermanas de Jesús. Vivían en un pueblo vecino de Jerusalén llamado Betania. Cuando llegó al pueblo de su amigo, ya fallecido por algunos pocos días, se dieron estas circunstancias que se leen en Juan 11

"Estaba, entonces, enfermo un hombre llamado Lázaro, de Betania, la aldea de María y de su hermana Marta. María era la que ungió al Señor con perfume y secó sus pies con sus cabellos. Y Lázaro, que estaba enfermo, era su hermano
Entonces sus hermanas enviaron a decir a Jesús: “Señor, he aquí el que amas está enfermo”.
Al oírlo, Jesús dijo: —Esta enfermedad no es para muerte sino para la gloria de Dios; para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella. Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro. Cuando oyó, pues, que estaba enfermo, se quedó aún dos días más en el lugar donde estaba (...) después les dijo: —Nuestro amigo Lázaro duerme pero voy para despertarlo.
Entonces dijeron sus discípulos: —Señor, si duerme se sanará.
Sin embargo, Jesús había dicho esto de la muerte de Lázaro, pero ellos pensaron que hablaba del reposo del sueño.
Así que luego Jesús les dijo claramente: —Lázaro ha muerto; y a causa de ustedes me alegro de que yo no haya estado allá para que crean. Pero vayamos a él. (...)
Cuando llegó Jesús, halló que hacía ya cuatro días que Lázaro estaba en el sepulcro.
Betania estaba cerca de Jerusalén, como a tres kilómetros, y muchos de los judíos habían venido a Marta y a María para consolarlas por su hermano. Entonces, cuando oyó que Jesús venía, Marta salió a encontrarlo pero María se quedó sentada en casa.
Marta le dijo a Jesús: —Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto. Pero ahora también sé que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo dará.
Jesús le dijo: —Tu hermano resucitará.
Marta le dijo: —Yo sé que resucitará en la resurrección en el día final.
Jesús le dijo: —Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí no morirá para siempre. ¿Crees esto?
Le dijo: —Sí, Señor; yo he creído que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que había de venir al mundo.
Y cuando hubo dicho esto, fue y llamó en secreto a su hermana María diciendo: —El Maestro está aquí y te llama.
Ella, cuando lo oyó, se levantó de prisa y fue a donde él estaba; pues Jesús todavía no había llegado a la aldea sino que estaba en el lugar donde Marta lo había encontrado. Entonces, los judíos que estaban en la casa con ella y la consolaban, cuando vieron que María se levantó de prisa y salió, la siguieron porque pensaban que iba al sepulcro a llorar allí. Luego, cuando María llegó al lugar donde estaba Jesús y lo vio, se postró a sus pies diciéndole: —Señor, si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano.
Entonces Jesús, al verla llorando y al ver a los judíos que habían venido junto con ella también llorando, se conmovió en espíritu y se turbó. Y dijo: —¿Dónde lo han puesto?
Le dijeron: —Señor, ven y ve.
Jesús lloró.
Entonces dijeron los judíos: —Miren cómo lo amaba. (...)
Jesús, conmovido otra vez dentro de sí, fue al sepulcro. Era una cueva, y tenía puesta una piedra contra la entrada.
Jesús dijo: —Quiten la piedra. Marta, la hermana del que había muerto, le dijo: —Señor, hiede ya porque tiene cuatro días.
Jesús le dijo: —¿No te dije que si crees verás la gloria de Dios?
Luego quitaron la piedra, y Jesús alzó los ojos arriba y dijo: —Padre, te doy gracias porque me oíste. Yo sabía que siempre me oyes pero lo dije por causa de la gente que está alrededor, para que crean que tú me has enviado.
Habiendo dicho esto, llamó a gran voz: —¡Lázaro, ven fuera!
Y el que había estado muerto salió, atados los pies y las manos con vendas, y su cara envuelta en un sudario.
Jesús les dijo: —Desátenlo y déjenlo ir.

Recordemos, Jesús es la imagen perfecta de su Padre. ¿Qué sucedió en Betania que nos aclara cómo siente nuestro Padre la desgracia humana y cómo se relaciona esto con su forma de SER? Si lo imaginamos como un robot perfecto, sin capacidad de sentimientos, una pura abstracción, despreciativo de la dimensión espacio-tiempo que él creó, un ente superior despersonalizado, entiendo que estamos equivocados. En el caso de Lázaro, aunque Jesús podría estar seguro de que podía resucitarlo, ante la escena muy triste de la desaparición de su amigo y el desconsuelo de sus hermanas, que le confiaron la fe que tenían, él se conmocionó profundamente y cedió al llanto, como se destaca en el versículo 35. No podemos decir que "decidió llorar", porque el amor afectuoso que tenía por sus amigos que sufrían, la desaparición de Lázaro, y tantos sentimientos fuertes que sufrió, y que conocemos seguramente, le hicieron sentir un espontáneo y abrumador pesar, por más "capacidad técnica" y milagrosa que tuviera.

La forma de relación entre Dios y la humanidad sigue esa constante de cariño extraordinario, afecto de Padre y amor que no lo da de forma cerebral, fría o como un ser autómata, metafísico y misterioso, alejado de lo que es muy común entre quienes creó a su imagen. Esta relación divina con el otro es muy personal y se da en un maravilloso espacio-tiempo humano -que también el creó- y no en extraños ámbitos conjeturales, muy cientifistas y rimbombantes que algunos imaginan. Entender que no nos relacionamos con una abstracción sino con un Padre amoroso, también es la lección que dio Jesús al orar a su Padre con absoluta sencillez y candor.

Si Dios ES Amor y Jesús al ser su perfecto reflejo actuó de forma muy diferente a sus congéneres, débiles humanos caídos en la imperfección -y en muchos casos en la perversión- desde hacía miles de años. Probemos la forma amorosa de conducirse de Jesús, siguiendo la definición del amor en sus catorce (14) manifestaciones de la conducta, que es más que dar una definición conceptual. Así lo escribió el Apostol Pablo en Corintios 13 según, la Versión Reina-Valera 1960 (RVR1960).

1Corintios 13:4-7 (a) "El amor 1) es sufrido, 2) es benigno; el amor 3) no tiene envidia, el amor 4) no es jactancioso, 5) no se envanece; 6) no hace nada indebido 7) no busca lo suyo, 8) no se irrita, 9) no guarda rencor; 10) no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. 11) Todo lo sufre, 12) todo lo cree, 13) todo lo espera, 14) todo lo soporta.

Cuando uno lee los Evangelios, y se es creyente, puede que con el tiempo dé por sentado que Jesús haya tenido un proceder impecable mientras debía abordar a grandes muchedumbres de todo tipo de personas, algunas con malas intenciones para con él, ya sea por ignorancia o iniquidad ya consumada. Por eso hay que desperezarse siempre y representar verídicamente lo que uno lee. Además hay que observar que Jesús tuvo una altísima sensibilidad al vivir en el camino del amor, y por ello, podía imaginar parábolas, comparaciones, deducciones y dar lecciones que ningún otro podría dar. Es que quiso siempre hacer lo que vio en su Padre. Gozaba de libre albedrío, no estaba obligado cohercitivamente, no era un robot. Esa manifestación libre de su voluntad le dio una experiencia para hablar como nadie lo hizo ni antes ni después, sobre el asunto más importante: el Amor, tema que estuvo constantamente en su predica y en su hacer, dando su vida por amar a todos.

Pablo también había agregado: "Si yo hablo en lenguas de hombres y de ángeles pero no tengo amor vengo a ser como bronce que resuena o un címbalo que retiñe. Si tengo profecía y entiendo todos los misterios y todo conocimiento; y si tengo toda la fe, de tal manera que traslade los montes, pero no tengo amor, nada soy. Si reparto todos mis bienes, y si entrego mi cuerpo para ser quemado, pero no tengo amor, de nada me sirve." 1 Corintios 13:1-3

Como leemos, hay una especie de "amor" que está enmascarado en acciones, aun espectaculares, que no provienen de deseos correctos. Se puede dar la vida, hasta el punto de recibir veneración de "mártir", pero si esa entrega no es fruto de una finalidad pura, de nada sirve. El deseo de fama, de riquezas, perseguir ideologías vengativas o conseguir extremo poder, como objetivo final (aun quienes sinceramente creen que con eso ayudarán a personas humildes), muchas veces son los reales intereses que movilizan las acciones, y no el amor al otro. Pura apariencia, no hay un sentimiento limpio. ¿Pero qué evidencias hay de que Jesús nunca cayó en este falso amor?

Aunque el ser humano no tiene la capacidad de ver los sentimientos secretos delos demás, ciertas evidencias pueden ayudar a descubrir los motivos. La primera pregunta que podemos hacer es: 1) ¿qué tipo de beneficio oculto u obvio está obteniendo la persona que se halla bajo examen? Si no hay ninguno, parece que sería muy injusto desconfiar en su buena fe. Pero hay algo más, 2) ¿Qué tipo de creencia lo mueve? Por muy populares o "sinceras" que puedan ser las ideas, si ellas surgen de principios contrarios a los leídos en 1 Corintios 13, como no saber soportar, no ser sufridos, de actuar por rencor, tener impaciencia, hacer justicia por mano propia, hasta gozar por hacer daño a quienes perjudican a uno o a otros, a la luz de lo citado arriba, se estaría ante un amor que de nada vale.

Aplicando estos dos tests a Jesús, es obvio que: 1) Ningún beneficio personal egoísta podría haber en que Jesús se expusiera a morir (cosa que él y sus discípulos sabían muy bien que era lo que obviamente iba a suceder) y menos en que lo ejecutaran en una muerte horrenda bajo tortura como la que realmente tuvo. Y 2) Jesús recibió un juicio execrable y luego dio su vida, ejerciendo una mansedumbre que maravilló hasta a sus adversarios, se entregó y manifestó una calma ejemplar. Juan 18 y 19 Es obvio entonces que Jesús, aun en esa situación límite, pudo ejercer un amor de excelencia. Seguramente que en los Evangelios podemos encontrar otras evidencias en este sentido de su gran malestar por quienes ejercían prominencia a través de las riquezas, dominaban arbitrariamente al otro, usaban con hipocresía al prójimo y lograban provecho económico o "prestigio" por su educación o situación privilgiada. Y aunque el odio que Jesús tenía por estas iniquidades era enorme, jamás actuó odiando a quienes las practicaban ni fomentando en sus seguidores odio hacia los demás por más inicuos que fuesen. Lo que predicó era lo que practicaba.   

Seguramente podemos continuar con otros testimonios de los Evangelios, en cuanto a cómo Jesús fue un modelo en el andar en la senda del amor. En Mateo 5: 21-48 encontramos cómo enseñó la práctica del amor verdadero, el que es muy difícil de simular, dado que es un proceder que va en contra del "sentido común".También enseñó cómo se debía vigilar que los sentimientos más internos estuvieran en perfecta armonía con lo que se hablaba y hacía.

 

Continua: Jesus Nuestro Salvador

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