JESÚS, UN GRAN MAESTRO - Por qué merece nuestro aprecio

3.1 Por qué Adán condenó a toda la humanidad

Romanos 5:18 dice: "Y así como el delito de Adán puso bajo condenación a todos los hombres, así también el acto justo de Jesucristo hace justos a todos los hombres para que tengan vida." ¿Cómo podríamos entender que por un solo rebelde, miles de millones de personas tengan que pagar con un mismo castigo tan fuerte como la muerte? ¿Y por qué nuestro Padre necesitaba un rescate para hacer justicia?

Ya hemos leído en el sitio que precede, que las Sagradas Escrituras plantean que Jesús pagó con su vida un rescate para reparar y, así, recuperar el estado de justicia y la vida eterna, cosas que habían sido perdidas por la humanidad. Prometimos analizar cómo encaja esta cuestión central del cristianismo en el contexto general de las cuestiones bíblicas y cómo coordina con otras enseñanzas donde se ensalza a nuestro Padre como un ser absolutamente justo y sabio.

Es bueno destacar que en las Escrituras Hebreas, que forman la parte de la Biblia llamada comunmente el Antiguo Testamento, hay varios textos donde se profetiza la llegada de un Mesías, palabra hebrea que en nuestro idioma siignifica "Ungido" que se define como "elegido para un cargo oficial, tanto sea político o sacerdotal", como es el caso de reyes y sacerdotes en muchas épocas de la historia. Sepamos también que en griego, ungido se traduce Cristo. Aunado a eso, se predijo que este Mesías vendría a la Tierra a rescatar a muchos por sus transgresiones, pero no sin pasar por una serie de sufrimientos. Encontramos esta misión que tendría el Mesías en Isaías 53:1-8, 12, escrito cerca de 800 años antes de la venida de Jesús. Allí leemos:

¿Quién ha creído nuestro anuncio? ¿Sobre quién se ha manifestado el brazo del SEÑOR?  Subió como un retoño delante de él, y como una raíz de tierra seca. No hay parecer en él ni hermosura; lo vimos, pero no tenía atractivo como para que lo deseáramos. Fue despreciado y desechado por los hombres, varón de dolores y experimentado en el sufrimiento. Y como escondimos de él el rostro, lo menospreciamos y no lo estimamos.

Ciertamente él llevó nuestras enfermedades y sufrió nuestros dolores. Nosotros lo tuvimos por azotado, como herido por Dios y afligido. Pero él fue herido por nuestras transgresiones, molido por nuestros pecados. El castigo que nos trajo paz fue sobre él, y por sus heridas fuimos nosotros sanados. Todos nosotros nos descarriamos como ovejas; cada cual se apartó por su camino. Pero el SEÑOR cargó en él el pecado de todos nosotros. Él fue oprimido y afligido, pero no abrió su boca. Como un cordero, fue llevado al matadero; y como una oveja que enmudece delante de sus esquiladores, tampoco él abrió su boca.

Por medio de la opresión y del juicio fue quitado. Y respecto a su generación, ¿quién la contará? Porque él fue cortado de la tierra de los vivientes, y por la transgresión de mi pueblo fue herido. Se dispuso con los impíos su sepultura, y con los ricos estuvo en su muerte. Aunque nunca hizo violencia, ni hubo engaño en su boca, con todo eso, el SEÑOR quiso quebrantarlo, y lo hirió.

12 Por tanto, yo le daré parte con los grandes, y con los fuertes repartirá despojos. Porque derramó su vida hasta la muerte y fue contado entre los transgresores, habiendo él llevado el pecado de muchos e intercedido por los transgresores.

Del texto citado, se puedo entender que el rescate divino no podía ser gratuito. Si un ser nacido puro (Adán) eligió el camino de la maldad, irresponsablemente, y así perdió su pureza y cayó en una vida de pecado y muerte para sí, y toda su descendencia, otro hombre completamente puro (Jesús), elige el camino del sacrificio voluntario y, conciente, muere inocentemente, y así equilibra la balanza, liberando a toda la humanidad del pecado y la muerte. Esta liberación no sería inmediata, sino que se otorgaría en un tiempo futuro a través de la resurrrección.

Quizás uno pudiera con simpleza suponer que Dios pudiera haber arreglado las cosas sin tanto dolor, sin necesidad de una "reparación" donde se enfatizara la jurisdicción jurídica. ¿Pero acaso es esa reaccion común entre nosotros, como personas físicas o jurídicas, sean estados o empresas? ¿Por qué nos parece muy necesario ir a la Justicia a pedir que un victimario "pague" por haber cometido un delito grave contra otro, tanto con la pena de prisión que dicte el código, como, además, si corresponde, que el juez le obligue a reparar el daño cometido? Pero vayamos un paso más allá: ¿Y qué debería suceder si el victimario es uno?

No olvidemos que como fueron las cosas, nosotros hemos sido arojados a la vida, y aunque nuestras inclinaciones no dependen totalmente de nosotros, es lo natural sentirnos responsables, orgullosos y dueños de lo que somos y tenemos, cuando son éstas rebozan de excelencia. ¿O hemos visto alguna vez a alguien rechazar el mérito de sus logros? Jamás.

Por lo tanto una actitud noble y digna de un victimario sería la de presentarse voluntariamente a reparar los perjuicios morales y materiales ocasionados, conducta muy poco común, por cierto. Aún los que cometen delitos involuntarios suelen escapar del lugar del hecho para evitar la investigación de la Justicia. ¿Qué podemos esperar en casi la mayoría de los casos de quienes actúan solapada y premeditadamente?

Así las cosas, ningún ser humano podría estar orgulloso de la conducta individual y grupal que la humanidad ha tenido a través de miles de años de Historia. Es verdad que uno puede creer que personalmente es una persona muy buena, que no le hace mal a nadie. Pero aunque uno no sea un perverso embadurnado de malicia, cómo escapar en lo personal de este juicio contundente que Jesús compartió con sus propios discípulos, "gente muy buena" seguramente. Él sentenció aun de ellos mismos: "Pero lo que sale de la boca proviene del corazón, y eso es lo que contamina al hombre. Porque del corazón provienen malos pensamientos, homicidios, adulterios, fornicaciones, robos, falsos testimonios y calumnias." (Mateo 15:18-19).

Luego de leer esto, ¿Quién puede decir en verdad que no está contaminado? ¿Sería de persona digna esperar que Dios se haga cargo de todo esto y no responsabilice a quienes realmente fomentaron un mundo muy injusto y cruel? ¿Haría bien que Él mirara para un costado y dejara pasar todo como si no hubiera sucedido nada, cuando toda la humanidad ha pasado siglos en su gran mayoría aceptando, justificando y promoviendo las contaminaciones que Jesús comentó?

Uno puede tener otra opinión, pero convengamos que el asunto es grave. Aun los estados modernos, sin confesión religiosa alguna, tienen leyes que obligan o prohiben hacer algunas de las acciones citadas arriba. Ante el delito, los poderes judiciales deben ser inflexibles en aplicar la administración de justicia y las víctimas suelen hacer grandes esfuerzos para que así se haga. De hecho los Juicios a los jerarcas nazis son una evidencia que ante la comisión de delitos contra la humanidad, existe un sentido interno de buscar culpables y hacer justicia. ¿Por qué entonces no sentir la deuda correspondiente ante nuestro Padre y Creador por las fallas que hemos cometido?

La actitud correcta es la de aquel hombre del ejemplo de Jesús, quien aunque tenía un trabajo repudiado por los "muy prestigiosos y dignos" líderes de su época, se lo destaca de esta manera:   "Refirió (Jesús) también esta parábola a unos que confiaban en sí mismos como justos, y despreciaban a los demás: Dos hombres subieron al templo a orar; uno era fariseo y el otro recaudador de impuestos. El fariseo puesto en pie, oraba para sí de esta manera: ``Dios, te doy gracias porque no soy como los demás hombres: estafadores, injustos, adúlteros; ni aun como este recaudador de impuestos. ``Yo ayuno dos veces por semana; doy el diezmo de todo lo que gano.  Pero el recaudador de impuestos, de pie y a cierta distancia, no quería ni siquiera alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: ``Dios, ten piedad de mí, pecador". Os digo que éste descendió a su casa justificado pero aquél no; porque todo el que se ensalza será humillado, pero el que se humilla será ensalzado." Lucas 18: 9-14.

"Ni siquiera alzar los ojos al cielo..." podía de vergüenza, y ésa es la actitud de quien -creyente o no- hace una autocrítica genuina de sí, según la moral común del lugar donde haya nacido. No hace falta mucha lectura de la Biblia para conocer esa moral, y evidencia que la conocemos todos es que es la que esperamos de familiares, amigos, allegados, etc... al punto que cuando fallan, hasta en algo menor, puede que muchos junto al enojo provocado tomen ciertas represalias. Entonces, ¿si esperamos corrección moral de otros, no la esperamos de nosotros mismos? Y cuando fallamos, ¿pueder ser verdad que no nos demos cuenta?

Para mujeres u hombres tan concientes y avergonzados de sus "debilidades"o crasos delitos, Dios, a quien se le ha faltado tanto el respeto, arruinando todo lo bueno que hizo por la humanidad, ha coordinado este tipo de "rescate". Había una deuda que pagar, y no era de gente honrada mirar para el costado. Si usted siente dolor por algún daño que ha hecho o porque sus acciones han hecho sufrir a otros, puede tener la tranquilidad que dejan estas palabras:  "Hijos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad.  En esto sabremos que somos de la verdad, y aseguraremos nuestros corazones delante de El en cualquier cosa en que nuestro corazón nos condene; porque Dios es mayor que nuestro corazón y sabe todas las cosas." 1 Juan 3:18-20. 

Podemos entonces agregar, que "porque Dios es mayor que nuestro (débil) corazón" ha hecho arreglos piadosos también para nuestra paz interior actual.

Si desarrollamos el tema propuesto, podremos entender por qué, Jesús debía entonces nacer del Espíritu Santo, algo tan difícil de creer. No podía cualquier ser humano imperfecto rescatarnos. Por eso un ser celestial absolutamente puro debía encarnarse como hombre y vivir entre nosotros hasta una muerte injusta. ¿No será sencillo de creerlo?¿Nosotros hubiéramos hecho otra cosa? Pero baste con señalar que la idea era leer la coherencia y como encajan bien, unas a otras, las piezas de las ideas y creencias cristianas.

Continua: Que seas Hijo de Dios

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